Dicen que las alegrías nunca vienen solas y en este caso los demócratas de Estados Unidos pueden corroborarlo. Por primera vez en doce años consiguen la mayoría de los senadores con la recuperación de 12 estados en los que antes el poder era republicano, o lo que es lo mismo, se hace con el poder de la Cámara de Representantes recuperando más de una veintena de escaños respecto a los anteriores comicios. A esto se suma también el avance experimentado en el Senado en el que también se han coronado.
La clave de este varapalo se encuentra a muchos kilómetros de las fronteras norteamericanas, concretamente en Irak. La invasión del país y la mala gestión que se ha hecho desde EE.UU ha pasado factura a Bush que se ha quedado solo y sin respaldo sólido a dos años de las elecciones generales.
A este fracaso se le ha sumado también la dimisión de unos de sus colaboradores y hasta hace una semana el secretario de Defensa, Donald Rumself, quien fue la cabeza pensante a la hora de invadir Irak. Esta ha sido la primera víctima de unas elecciones en las que el pueblo ha expresado su malestar ante un gobierno que ya parece desgastado socialmente.
Pero también ha habido buenas noticias, eso sí, para el bando demócrata. Por un lado, la elección de Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representates y por otro, la cara más conocida, Hillary Clinton elegida para representar a Nueva York como senadora. Este puede que sea el primer paso en firme para llegar al la Casa Blanca de estas dos mujeres que pisan con fuerza en la política estadounidense.
Estas elecciones ya vaticinan lo que pasará en las presidenciales, por lo que el gobierno de Bush debe apuntar alto y poner toda la carne en el asador para intentar, al menos, que los ciudadanos encuentren puntos positivos en su peculiar forma de gobernar.
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