Aunque Luis Carandell estudió primero derecho, siempre estuvo inmerso en el apasionante mundo periodístico. Puede que su pasión por la política y por las historias que secedían en estos entornos institucionales le llevará a adentrarse en los centros de documentación y las bibliotecas para analizar todos los escondrijos que enconde la historia de España vista desde los oradores, los discursos y la democracia. Pero no sólo se le recuerda por sus andaduras en la política y por ser un gran cronista parlamentario sino también por ser un gran corresponsal y atreverse con países tan dispares como Japón, Israel, Singapur, Egipto, Tailandia, Ceilán y la Unión Soviética.
Se puede decir que cómo periodista ha tocado todos los palos de la profesión pasando exitosamente por radio, prensa y televisión. Aunque también es su faceta de escritor la que más alegrías le reportó. He escrito de todo y sobre todos. Muchos le recuerdan por obras como Los Españoles, los Celtiberia Show, Tus Amigos no te Olvidan, y la biografía de Escrivá de Balaguer, titulos tan dispares pero en los que siempre dejaba su personalidad, cosa que veía recompensada por el éxito que siempre cosechaban sus obras.
Como reconocimiento a toda su carrera profesional acercando a la sociedad los secretos de la política le fue reconocida La Medalla de Oro al Mérito al Trabajo, otorgada por el Consejo de Ministros en 1995. El humor también fue siempre uno de los ingredientes que supo combinar acertadamente en cada uno de sus trabajos y también en su vida personal donde se rodeó siempre de buenos amigos. Hoy son muchos los que lo recuerdan por sus magníficas crónicas parlamentarias, especialmente durante la Transición española, una época de cambios a los que supo adaptarse como buen profesional. Y es que Carandell, por esto y por infinidad de anécdotas más, seguirá siendo para muchos el magnífico profesional que se dedicó a recoger las voces que provenían de los escaños.
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